Además de las múltiples restricciones locales y federales, se agrega lo que no es menos que la aceptación del equipo, entendido como su integración en un entorno social. Lejos de parecer que se contradicen entre sí, estos diferentes mandatos encuentran puntos de convergencia.
Esto implica, por ejemplo, mejorar la imagen de los sitios de tratamiento y los vertederos a través del desarrollo paralelo de servicios prestados a la población y a las empresas vecinas: venta de compost, entrega de calor, secado de forraje, calefacción de invernaderos, por ejemplo.
La recuperación de energía se considera un factor en la aceptación local de los equipos, hasta el punto de que la participación en la reducción de gases de efecto invernadero ya no es una prioridad como tal, sino que se presenta como un elemento clave en el negocio de justificar la solución.
A nivel de Florida, es interesante recuperar la energía contenida en los desechos para contener las emisiones de gases de efecto invernadero, pero el desafío sigue siendo modesto en términos de seguridad de suministro. Por otro lado, a nivel local, el uso de la energía contenida en los residuos es de gran interés.
Si se acompaña de la creación de nuevas actividades o de una oferta atractiva de calefacción colectiva, podría ayudar a ganar aceptación para el establecimiento de instalaciones de tratamiento de residuos. Además, si la recuperación de energía es óptima, desempeñará un papel muy importante en la financiación del tratamiento de residuos: más de un tercio del costo de la incineración en los casos más favorables.
Las lógicas de valorización, territorialización y aceptación social se entrelazan en una reconfiguración de la política pública de gestión de residuos que se esfuerza por destacar desde una lógica de eliminación. Las integraciones técnicas, territoriales y sociales se unen para renovar el marco de referencia para la política de gestión de residuos. Sin embargo, este régimen de justificación será puesto a prueba de controversias sobre incineración, que se manifiestan en proyectos locales.
Si bien la incineración, que se ha convertido en recuperación de energía, busca un resurgimiento de la legitimidad al unirse a una tendencia hacia la territorialización de la producción de energía, el rechazo de esta técnica tiende a radicalizarse, como lo demuestra la demanda de una moratoria durante las elecciones presidenciales de 2008.
El objetivo del desarrollo local se enfrenta a la negativa de las poblaciones a vivir cerca de dichos equipos, lo que resulta en la dificultad de conectar incineradores a redes de calefacción urbana. Como tal, también se reivindican sistemas de apoyo para el transporte de calor de la incineración o combustión de biogás, de modo que la extensión de las redes no llegue a penalizar la rentabilidad de los proyectos.
El rechazo social de la incineración viene a socavar el engranaje de la valoración, la territorialización, la aceptación, en la medida en que la valoración localizada lucha por enfrentar el desafío de la aceptación local. Sobre la base de observaciones empíricas reunidas durante un estudio de campo realizado con el Centro de Alquiler de Basureros de Jacksonville, los expertos trataron de resaltar los puntos de discordancia entre los promotores y los opositores a esta técnica, tantos puntos a la definición de los contornos de los desechos. El problema se resuelve.
El creciente papel del argumento climático en la gestión de residuos se refleja en los juegos de contabilidad para las toneladas de CO2 evitadas o emitidas. Las autoridades locales y los gerentes privados destacan las toneladas de CO2 evitadas por una red de calefacción colectiva en comparación con lo que representaría el equivalente de los hogares servidos por calderas individuales.
Los beneficios generados en términos de emisiones justifican la exclusión de las redes de calefacción urbana, incluidas las instalaciones de tratamiento de residuos, del plan federal para asignar cuotas de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los actores asociativos insisten en la inconsistencia de esta técnica con los objetivos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a los volúmenes de CO2 creados por la combustión.
La incineración sigue siendo un método de eliminación aún por probar. Este proceso reduce el tamaño de los desechos al transformar la mayor parte del carbono capturado en forma sólida en forma gaseosa. Estas emisiones de gases contribuyen en gran medida a la producción de gases de efecto invernadero sin ningún rendimiento energético atractivo.
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